Es como cuando se tiran un peo en una reunión de esas bien elegantes. Todos sienten el olor y se miran, pero nadie se atreve a decir algo. Entonces no queda otra que hacer de cuenta que no pasó nada, aspirarse el indicio, sonreír y seguir con el curso normal de la reunión. Quién fue? Uno, dos, tres, todos son sospechosos.
En Medellín no se pierde el vicio. Unos hablan y hablan pura mierda, otros, que creen que hacen mucho, con (legal) o sin (ilegal) permiso de los demás se cagan en sus vidas, mientras el resto nos quedamos viendo cagados de miedo; se vuelve paisaje la mierda entonces.
El lío es la intransigente idiosincrasia paisa, porque parece que algunos se niegan a aceptarlo y se tapan la nariz o prueban rociando algunas finas fragancias aromatizantes. Pero seamos sinceros, por más que se perfume una mierda no va a oler a perfume, va a oler a mierda con perfume.
Es por eso que la ciudad de un momento a otro se llenó de ratas que pudren cada cosa que tocan, de cerdos que viven entre la mierda, comiéndosela sin masticar, tragándosela, deleitándose entres sus propias heces y las ajenas, y de cucarrones que arrastran la mierda de otros en sus espaldas sin ningún esfuerzo. Aquí, uno, dos, tres, todos somos sospechosos.
Después de todo es la coprofilia la que se vuelve costumbre, es decir, eso de estar relacionándose con la mierda ya no sorprende y hasta placer produce. Es quizá por eso es que vivimos tan felices, pues no hay razón para preocuparnos cuando aquí nada malo pasa, y si pasa, gracias a Dios no fue tan grave y a mi no me tocó... “es que Medellín si es una chimbaaaaaaaaaaaaaa!”, yo desde el principio lo sabía.
*Para ilustrar mejor, el álbum completo:
http://grooveshark.com/album/Toda+La+Puta+Vida+Igual/1878197?src=5
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